El fragmento es bello
A partir de los años 90, he basado mi obra, básicamente, en la fragmentación. Gran parte de los grabados, témperas, tintas aguadas…que he hecho, los he fragmentado para construir con ellos una obra nueva, en un proceso continuo de destrucción y reconstrucción.
Estas dos acciones son parte esencial de mi obra, quizás porque piense que la vida es un continuo proceso de de destruir y reconstruir lo destruido.
Mi lema, con cierto toque irónico, es: “El fragmento es bello” remedando la frase “La arruga es bella” del famoso diseñador Adolfo Domínguez. Para él era una manera de rechazar el traje planchado, perfecto, sin una sola arruga; para mí es una forma de reivindicar lo roto, lo destruido y rechazar esa idea, ¿neurótica? y obsesiva, de la búsqueda de perfección en nuestra vida.
Creo que lo que está roto o fragmentado tiene su propia belleza y dignidad. Por ello, el proceso de reconstrucción es para mí, uno de los actos más valiosos. Tú te recompones, te reinventas y creas algo distinto a partir de lo fragmentado, a partir de tus cenizas en muchas ocasiones.
La mancha nos trasciende
La mancha siempre me ha interesado. Los trabajos en los que la he utilizado, tienen relación con mi reflexión sobre el proceso de percepción de la realidad.
Uno de mis cuadros es un conjunto de manchas y la interpretación que de ellas han hecho mis familiares y amigos. Es increíble la disparidad de visiones. Me fascina pensar cómo, si estamos contemplando el mismo objeto, podemos ver realidades tan distintas. En una mancha, que alguien interpreta como una mendiga, otro ha visto una modelo, luciendo un abrigo de visón en un desfile de modas.
Los dibujos de esta serie son de carácter, fundamentalmente, automático. He ido interpretando las manchas que hacía y dibujando sobre ellas lo que veía allí. La mayor parte de estas obras tienen por título “Fauna humana” y en ellas aparece una visión algo grotesca del género humano. Individuos animalizados y esperpénticos pueblan la mayor parte de estos cuadros.
La reivindicación de una percepción personal de la realidad está en la base de estas obras; mi convencimiento de la necesidad de libertad para expresarnos y pensar. Imponer una visión determinada de lo real, es amputar al otro, porque lo estás privando de su propia interpretación de lo percibido. En última instancia, le niegas su identidad, al negarle validez a su forma particular de interpretar el mundo.
El objeto no es su función
El objeto, fragmentado o completo, también me interesa como elemento artístico, como puede verse en la serie “Arte en bandeja”.
He escogido, para trabajar en este campo, bandejas de pastelería quizás porque soy muy golosa. Otro motivo es que siempre me ha llamado la atención lo ostentoso de su forma, clásica e ilustrada, frente a su uso banal y efímero.
Mis trabajos con las bandejas también reflejan un deseo de transformar mi percepción de la realidad y convertir los objetos más triviales en algo bello. Me pregunto si no están las varitas de virtud de mi padre, en el fondo de esta transformación.
Estas obras giran, fundamentalmente, en torno a dos núcleos temáticos: las relaciones humanas, representadas en los diferentes personajes de “Inventario de tipos humanos”; y los sentimientos que generan dichas relaciones tales como el amor, el dolor, la calma, el desorden… La elección de las bandejas, en este contexto, creo que no ha sido fortuita. Para mí representan la estructura mental en la que nos encontramos atrapados y desde donde contemplamos y percibimos la realidad. Es símbolo de nuestra visión cerrada, de nuestras obsesiones, inseguridades, temores, deseos…Vemos el mundo desde nuestra propia bandeja y nos resulta difícil pasar a la bandeja del otro, a su interpretación de lo vivido.
El subtítulo, “El objeto no es su función”, es una invitación a cambiar nuestra mirada para desligar al objeto de su utilidad. Me alegra saber que al contemplar las bandejas, dejamos de verlas. Conseguimos transcender sus formas e instalarnos en una realidad estética con unas leyes distintas, donde la utilidad no lo rige todo.
En realidad, el tema de las bandejas está relacionado con La mancha porque en ambas me planteo el tema de la percepción. Al eliminar la utilidad de la bandeja, el objeto pasa a ser percibido de una forma distinta. También en ambas aparece el ser humano, animalizado en “Fauna humana” (“La mancha”) y cosificado en la serie de “Inventario de tipos humanos” (“El objeto”).
He utilizado distintos materiales, pero creo que, en los trabajos de los últimos años, los temas tratados son básicamente los mismos: la importancia de los procesos de reconstrucción en la vida; mi defensa de la libertad para percibir el mundo desde una óptica propia; la transformación de nuestra mirada, para que captemos la belleza donde habitualmente encontramos banalidad; y mi visión del ser humano como un género algo grotesco, cosificado…